Posiblemente, el ingrediente fundamental para el éxito sea el temperamento, y Miguel y Manuel lo tienen. Cuando uno no cuenta con grandes medios ni apoyo de los políticos (esos cabrones), tiene que salir a delante por la fuerza y eso es el temperamento. Cuando dentro de unos meses tengamos entrevistas y nos pregunten cómo lo hemos hecho, podremos decir con orgullo que nadie nos ha regalado nada. Hoy, Manuel y Miguel, mis amigos, me han dado una lección de cómo hay que mantenerse firmes en lo que uno cree. Os lo cuento...
Hoy fuimos a rodar a la estación de autobuses, que es como un jardín de infancia nuevo pero alrevés. Como había que cargar mucho equipo los chicos me pidieron ayuda. Me dijeron que para algún plano tal vez necesitasen de mis conocimientos de fotografía (para los no cinéfalos, querían que manejase la camara jeje). Mientras Miguel y Manuel tratabn de abordar un autobus (porque, como necesitabamos una escena de Momo bajándose de uno, tenían que pararlo antes de llegar al handén) yo me puse a buscar un buen plano, fue entonces cuando senti detras de mi una presencia. Era un guardia jurado, o sea, un segurata.
Era un tío con una enorme cabeza de perro muy calva y brillante. su voz era como un ladrido "oye, tú, que haces con la cámara, aquí no se puede gravar" Cuando vi el uniforme, la placa de prosegur y la porra, sobre todo la porra, el miedo me paralizo. Tenía miedo a que todo se arruinase por mi culpa y trate de plantarle cara. "Por favor, estamos grabando una serie web, somos cineastas", le dije yo. El me contestó: "a mi me suda la poya lo que seais, o dejas de gravar o te meto la cámara por el culo". Entonces llegaron los chicos. "que quieres, calvo cabrón" dijo Miguel. El segurata se volvio en silencio. "Eso, calvo, que pasa" le dijo Manuel meneando el tripode. De repente el segurata no me daba tanto miedo. Ahora era el el acojonado. Los chicos le habían dado la buelta a la sartén jeje. De repente se puso a pedir las cosas por favor y a decir que el solo era un mandado y todas esas cosas. Luego se fue de allí y nos dejó trabajar tranquilos.
Hay fue cuando saqué mi primera gran conclusión del día: los grandes hombres no son máquinas del sistema, luchan contra él.

Vuestro amigo
Roberto
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